Tengo muchas cosas que contaros, lo sé y lo siento. A ver si
retomo un poco la rutina post verano que me está costando. El otro día hubo entrega de flores en El
Jardín de la Floris, y aunque tenga pendientes algunas entradas florales, voy a
“saltármelas” para hablaros de la reina de las flores.
¿Qué puedo deciros de la rosa que no sepáis ya?
Estas son moradas muy, muy clarito (casi blanco) con unos
toques en verde. Creo que este color es ideal para combinaciones florales como
las que publique en otra entrada. Pueden dar un toque neutro a combinaciones
muy vivas o dar un tono más sobrio a todo un centro floral y probablemente sean
perfectas para un ramo de novia.
Como elegante, a mi me gusta una rosa sola, con un tallo muy
largo y con pétalos rojos o granates, creo que estos colores quedan un poco
apagados, especialmente con la decoración de mi casa. Aunque con unas canicas
de color melocotón combinan muy bien y da sensación de relax.
Respecto a la simbología, es indudable que la rosa ha sido
considerada por todas las culturas como un símbolo del amor. Según la mitología griega el primer rosal
nació, ya florecido, en el preciso momento en que la diosa Afrodita, diosa del
amor, surgía de las olas del mar. El rosal surgió para embellecer el lugar y
perfumar el aire que la diosa iba a respirar por primera vez.
Aunque la rosa es hermosa como
ninguna, no debemos olvidarnos de las espinas de tu tallo. Como dice la canción
de Mecano, una rosa es una rosa. Aunque esta canción es un paralelismo con el
amor, es tan bonita que os voy a poner el estribillo.
Quise cortar la flor
mas tierna del rosal
pensando que de amor
no me podria pinchar
y mientras me pinchaba
me enseño una cosa
que una rosa es una rosa es una
rosa...
Y cuando abri la mano
y la deje caer
rompieron a sangrar
las llagas en mi piel
y con sus petalos
me la curo mimosa
que una rosa es una rosa es una
rosa...
Finalmente, os contaré el principio de la Bella y la Bestia, cuento que seguro que conoceis, y la rosa juega un papel fundamental.
En un país lejano, un joven príncipe
que vivía en un resplandeciente castillo, a pesar de tener todo lo que podía
desear, el príncipe era egoísta, déspota y consentido. Pero, una noche de
invierno llegó al castillo una anciana mendiga y le ofreció una simple rosa, a
cambio de cobijarse del horrible frio. Repugnado por su desagradable aspecto,
el príncipe despreció el regalo y expulsó de allí a la anciana, pero ella, le advirtió
que no se dejara engañar por las apariencias porque la belleza se encuentra en
el interior y cuando volvió a rechazarla, la fealdad de la anciana desapareció dando
paso a una bellísima hechicera. El príncipe trató de disculparse, pero era
demasiado tarde, pues ella ya había visto que en su corazón no había amor y
como castigo lo transformó en una horrible bestia y lanzó un poderoso hechizo
sobre el castillo y todos los que allí vivía. Avergonzado por su aspecto, el
monstruo, se encerró en el interior de su castillo con un espejo mágico como única
ventana al mundo exterior. La rosa que ella le había ofrecido, era en realidad
una rosa encantada, que seguiría fresca hasta que él cumpliera 21 años. Si era
capaz de aprender a amar a una mujer y ganarse a cambio su amor antes de que
cayera el ultimo pétalo, entonces, se desharía el hechizo. si no permanecería condenado
a seguir siendo una bestia para siempre. Al pasar los años, empezó a impacientase,
y perdió toda esperanza, pues… ¿Quién iba a ser capaz de amar a una bestia?
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