diumenge, 3 de juliol del 2016

Girasol

Tengo el Blog un poco abandonado, pero he estado muy, muy liada! Prometo compensar y esta semana publicaré todo lo que tengo pendiente de contar.

Para empezar, hace unos 15 días, hubo nueva entrega del Jardín de la Floris, esta vez se trataba del Girasol. Una flor que todos conocéis, es una flor grande con pétalos amarillos y un gran centro negro. Además, como sabéis, es una flor típica del verano, que gira siempre buscando el sol, y todo hemos frito con su aceite o nos hemos comido un puñado de pipas extraídos de esta planta.

Esta vez, como la cabeza pesaba bastante, decidimos cortarla y ponerla planita en un plato negro para que resaltara.



Según la mitología Griega, Clítia, la hermosa ninfa de las aguas, se enamoró del dios del sol, Helios. La joven ninfa estaba bajo un hechizo lanzado por Afrodita, que enfadada con Helios hizo que este se enamorara de Leucótoe, hermana de Clítia. Así, mientras Helios moría de amor por Leucótoe, Clítia moría de amor por  Helios.

Clítia vivía solo para mirar su resplandeciente luz, lo espiaba desde que salía de su palacio, por la mañana, hasta que llegaba al oeste por la tarde. Hasta que Clítia se enteró de que Helios amaba a Leucótoe. Entonces Clítia, celosa fue hasta su padre y difamó a Leucótoe diciendo que ella mantenía un amor con un hombre desconocido y a escondidas. El padre entró en cólera y enterró viva a su hija como castigo.

Esto provocó la ira de Helios y causo mayor rechazo hacia Clítia. Pero ella, igual esperó, junto a un arroyo, a que el sol bajara a acariciarla, pero después del ocaso, cuando todo lo cubría la noche, el sol no volvió. Después de estar esperando en vano, sin comer, sin beber, Clítia solo lloró,  lloró mucho porque se acababa su esperanza: nueve días y nueve noches permaneció cubierta de lágrimas, dando paso al Rocío, pues al principio el roció no nació para refrescar las flores, brotó de la tristeza.

Transcurridos estos días, los dioses decidieron tomar cartas en el asunto, ya que Clítia se moría de dolor y poco a poco se apagaba, entonces Clítia comenzó a fundirse con el suelo, sus piernas se hicieron raíces hasta convertirse en Girasol..


Una flor que, aún hoy, no olvida el objeto de su amor y su diadema dorada continúa siguiendo al sol.

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