Tengo el Blog un poco abandonado, pero he estado muy,
muy liada! Prometo compensar y esta semana publicaré todo lo que tengo
pendiente de contar.
Para empezar, hace unos 15 días, hubo nueva entrega
del Jardín de la Floris, esta vez se trataba del Girasol. Una flor que todos
conocéis, es una flor grande con pétalos amarillos y un gran centro negro. Además,
como sabéis, es una flor típica del verano, que gira siempre buscando el sol, y
todo hemos frito con su aceite o nos hemos comido un puñado de pipas extraídos
de esta planta.
Esta vez, como la cabeza pesaba bastante, decidimos
cortarla y ponerla planita en un plato negro para que resaltara.
Según la mitología Griega, Clítia, la hermosa ninfa de
las aguas, se enamoró del dios del sol, Helios. La joven ninfa estaba bajo un
hechizo lanzado por Afrodita, que enfadada con Helios hizo que este se
enamorara de Leucótoe, hermana de Clítia. Así, mientras Helios moría de amor
por Leucótoe, Clítia moría de amor por
Helios.
Clítia vivía solo para mirar su resplandeciente luz,
lo espiaba desde que salía de su palacio, por la mañana, hasta que llegaba al
oeste por la tarde. Hasta que Clítia se enteró de que Helios amaba a Leucótoe.
Entonces Clítia, celosa fue hasta su padre y difamó a Leucótoe diciendo que
ella mantenía un amor con un hombre desconocido y a escondidas. El padre entró
en cólera y enterró viva a su hija como castigo.
Esto provocó la ira de Helios y causo mayor rechazo
hacia Clítia. Pero ella, igual esperó, junto a un arroyo, a que el sol bajara a
acariciarla, pero después del ocaso, cuando todo lo cubría la noche, el sol no
volvió. Después de estar esperando en vano, sin comer, sin beber, Clítia solo
lloró, lloró mucho porque se acababa su
esperanza: nueve días y nueve noches permaneció cubierta de lágrimas, dando
paso al Rocío, pues al principio el roció no nació para refrescar las flores,
brotó de la tristeza.
Transcurridos estos días, los dioses decidieron tomar
cartas en el asunto, ya que Clítia se moría de dolor y poco a poco se apagaba, entonces
Clítia comenzó a fundirse con el suelo, sus piernas se hicieron raíces hasta
convertirse en Girasol..
Una flor que, aún hoy, no olvida el objeto de su amor
y su diadema dorada continúa siguiendo al sol.
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