Hace unos días se llevó a cabo la segunda entrega del Jardín
de la Floris. Esta vez tocaba un ramito de Anémonas, que para los helénicos
significa “flor del viento” y le pertenece a la diosa Venus.
La anémona tiene dos connotaciones, la negativa indica
desvanecimiento y también un sentimiento de haber sido abandonado; además
denota inestabilidad. La connotación positiva simboliza la anticipación,
también se le atribuye el traer la suerte y proteger a las personas contra el
mal.
Siguiendo la mitología la anémona denota amor intenso pero
frágil, momentáneo o amenazado.
Anémona significa “hija del viento” y si hacemos caso de la
mitología, Céfiro, el dios del viento que anuncia la primavera, se enamoró
perdidamente de una ninfa. La esposa de Céfiro, cegada por los celos convirtió
a la ninfa en flor, en una anémona blanca.
Adonis, un joven cazador, tan sumamente hermoso, que la
mismísima Afrodita se enamoró de él. Cuando Adonis nació, era un bebe tan
hermoso que Afrodita quedo hechizada por su belleza, así que lo metió en un
cofre y le pidió a Perséfone que lo guardara. Pero cuando está descubrió el
tesoro que guardaba el cofre, se quedó prendida de él también. Esto desencadenó
una disputa entre ambas. Finalmente Zeus puso fin a esta disputa, Zeus dictó que
un tercio del año Adonis viviría con Perséfone, otro tercio con Afrodita y el
resto, él solo. Adonis, enamorado de Afrodita, no aceptó el dictamen de Zeus, y
decidió pasar casi todo el año con ella, y juntos comparten la afición favorita
del joven: la caza.
El amor entre Adonis y Afrodita, fue corto pero intenso, ya
que el joven Adonis murió cuando un jabalí salvaje le clavó los colmillos en la
ingle. Aunque en realidad el animal era Ares, el amante celoso de Afrodita,
transformado en bestia para asesinar así a su rival.

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