Nunca he sido una apasionada de las flores y las plantas,
hasta hora eran algo bonito sin más. Pero desde estas navidades que mi madre me
regaló una Flor de Pascua, nada, que no puedo estar sin ellas.
Así que no pude resistirme cuando me enteré de la iniciativa
de La Floris: El Jardin de La Floris. Es como un club de la flor, por solo 9,95€ al mes
disfrutaras de dos entregas mensuales de flores naturales. Además podrás
compartir tus ideas con el resto de integrantes del grupo.
Hoy se ha hecho la primera entrega, que consiste en un
ramito de Astromelias. También conocidas como Lirio de los incas, flor del
Amancay o Azucena Peruana. Es un buen detalle para celebrar negocios y
comienzos financieros, puesto que esta flor habla de la prosperidad,
abundancia, dinero y fortuna.
Los indios vuriloches decían:
- “Quien da una flor de amancay está
ofrendado su corazón.”
Y a quien preguntara el porqué de esa creencia le
contaban esta leyenda:
Hace muchos años, una tribu vuriloche, cerca del Ten Ten Mahuida, cayó víctima de unas fuertes fiebres. Aquellos que enfermaban deliraban hasta
la muerte. Quintral, hijo del cacique también enfermo, y en sus delirios
pronunció:
- “Amancay…”
Su padre al escucharlo, comprendió enseguida lo que sucedía.
Su hijo estaba enamorado de una humilde muchacha de la tribu. Y aunque él,
jamás hubiese permitido ese amor, ahora su hijo la necesitaba, así que mandó a
su ejército a buscarla.
Pero Amancay ya no estaba en su casa, era tal el amor que
ella sentía por el chico que en ese momento se hallaba trepando penosamente el
Ten-Ten Mahuida, pues la “machi”, la hechicera del pueblo, le había dicho que el
único remedio capaz de bajar esa fiebre era una infusión, hecha con una flor
amarilla que crecía solitaria en lo alto de la montaña.
Finalmente, Amancay alcanzó la cumbre y vio la flor abierta
al sol. Apenas la arrancó, una sombra enorme cubrió el suelo. Levantó
los ojos y vio un gran cóndor:
- Soy el
guardián de las cumbres y al arrancar esta flor estas tomando algo que
pertenece a los dioses.
Aterrada, Amancay le contó llorando lo que sucedía abajo, en
el valle, donde Quintral agonizaba, y que aquellas flores y jardines eran su
única esperanza.
- La cura llegará a Quintral si accedes a entregar tu propio
corazón.
Amancay aceptó, y el
cóndor la envolvió en sus alas y le arrancó el corazón con el pico. En un
suspiro donde se le iba la vida, Amancay pronunció el nombre de Quintral. El cóndor tomó el corazón y la flor entre sus garras y se
elevó, volando hasta la morada de los dioses. Mientras volaba, la sangre que
goteaba manchó la flor y cayó sobre los valles y montañas. El cóndor pidió a
los dioses la cura de aquella enfermedad, y que los hombres siempre recordaran
el sacrificio de Amancay.
Las cumbres y valles se cubrieron de pequeñas flores
amarillas moteadas de rojo. En cada gota de sangre de Amancay nacía una pequeña
planta, la misma que antes crecía solamente en la cumbre del Ten-Ten.
La hechicera salió al exterior, mirando con ojos asombrados
el vuelo de un cóndor gigantesco, allá en lo alto. Y supo que los vuriloches
tenían su cura. Por eso, cuando los guerreros llegaron en busca de Amancay, les
entregó un puñado de las flores como única respuesta.
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