divendres, 25 de setembre del 2015

10 años de nuestro primer mundial

Hoy hace exactamente 10 años que Fernando Alonso hacia historia, se convertía en el primer español en ser campeón mundial de Fórmula 1. Nunca podré olvidar la sensación de aquel día, sensación que se repitió en 2006. Cada vez que veo imágenes recordando aquella tarde en Interlagos se me eriza el vello y se me empañan los ojos.



Espero con todas mis fuerzas que esa sensación de alegría se vuelva a repetir, porque Fernando Alonso es muy grande, y merece unos pocos títulos más.

Para recordar aquel momento os pondré un fragmento del libro Volando Sobre el Asfalto, de Antonio Lobato:

En la salida crucé los dedos. Ése es el momento más peligroso de una gran premio y donde el índice de probabilidades de sufrir un accidente es más alto. Fernando salía desde la pole y eso siempre reduce la posibilidad de altercados, pero cualquier error, cualquier toque podía convertir esa tarde en una pesadilla. Las luces del semáforo se fueron encendiendo una a una. Cuando brillo la quinta, todo el mundo contuvo la respiración. Yo lo hubiera hecho también, pero tenía que seguir narrando. La salida fue limpia y las primeras vueltas de la carrera relativamente tranquilas, Poco a poco se acercaba el final.

Y llego la última vuelta: parecía mentira, pero solo le separaban - solo nos separaban - 4.309 metros de uno de los momentos más importantes de la historia de nuestro deporte. Fernando Alonso tenía que completar una vuelta más y sería campeón del mundo. En la cabina, Pedro, Gonzalo y yo no podíamos esconder nuestra emoción. La retrasmisión caminaba a trompicones porque los tres expresábamos lo que sentíamos en ese momento, ya solo un fallo, una avería mecánica del R25 podía arrebatarnos la gloria. Faltaba algo más de un minuto para poder disfrutarla. Fernando dejó atrás Mergulho, la curva número 11, y desde Junçao encaro la larga subida hacia la línea de meta. Solo quedaban tres curvas, dos…
-       Si esto es un sueño, que nadie me despierte, por favor, que nadie me despierte – pronuncié desde los más profundo de mi alma, una frase que caló profundamente en muchos aficionados.

[…]

-       A Fernando Alonso de queda una curva. Ahora sí, ¡Campeón del mundo!

Fernando Alonso pasó por debajo de la bandera de cuadros en tercera posición, con los dos puños en el aire para demostrar la tremenda emoción que tenía dentro. Cuando cruzo por la línea de meta, no solo se convirtió en campeón, sino también en el campeón más joven de la historia de la F1. En ese momento, imagine a Emerson Fitipaldi dando un respingo de resignación. Y aunque probablemente sonrió, estoy seguro de que un poco si le dolió que ese español de 24 años le arrebatase un honor que él había mantenido durante 32 temporadas. Fernando levanto su puño al cielo de Sao Paulo al tiempo que Michael Schumacher notaba una gran sensación de vacío en su interior. Él aun no lo sabía, pero en ese preciso instante hacia acabado su época de triunfos en la Formula 1.

[…]

Alonso seguía recorriendo la pista haciendo los pajaritos con la manos, rememorando a El Chavo del Ocho, uno de sus personajes televisivos favoritos cuando era niño; levantando los puños, lanzando besos al aire y poniéndose las manos en la cabeza como sin acabar de creerse lo que había logrado. Se quitaba por fin de encima la inmensa presión que había soportado hasta ese momento.
Cuando llegó con el coche al pit lane, se tomó su tiempo. Fernando Alonso se puso de pie sobre el asiento del coche, se quito el hans, el casco, y la balaclava. Se limpió el sudor de la cara con una parsimonia desesperante y, una vez tomó, aire, dio un paso adelante haciendo equilibrios y desde lo más alto del coche grito como un loco.

-       ¡Toma, toma, toma! – Y de la fuerza que empleo en el grito le salieron un par de gallos.“


Como he dicho, este fragmento pertenece al libro de Antonio Lobato, el cual recomiendo leer a todos los aficionados de la Formula 1, tanto a los que lo admiran como a los que lo critican. Los que lo adimiran, como es mi caso, disfrutarán de sus anécdotas y lo admirarán más aún, ya que en la Formula 1 no es oro todo lo que reluce, y Lobato nos lo descubre. Para aquellos que lo critican, entenderán muchas cosas, y quizás dejen de criticarlo tanto.


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